Una noche algo frÃa de medianÃa de otoño dio cabida a la atmósfera romántica y cubana que Amaury Pérez supo ir tejiendo poco a poco, finamente, en el Teatro de la Ciudad de México.
Sólo los grandes pueden crear magia a partir de la simpleza, de las cosas sencillas. Amaury lo es y se comportó como tal. De pronto el escenario se iluminó timidamente y una voz sutil se escuchó. Tonadas suaves tras bambalinas. La poca luz del escenario es apagada y los asistentes suspiran: ha llegado el momento, él está ahÃ, en el centro del escenario. Las luces se encienden, primero las azules, luego las rojas, las amarillas y las verdes. Rosas giratorias lo acompañan. El público se pone de pie. La espera ha terminado.
Amaury vuelve a este paÃs, a esta ciudad que le quiere tanto. Con gran sencillez, el cantautor charla con el público; cuenta anécdotas y sucesos cotidianos que han dado lugar a algunas de las canciones que a lo largo de más de dos horas va interpretando. Un momento lleno de emoción es cuando dedica el concierto a la memoria de “mi gran amigo†Eliseo Alberto, Lichi. Lejos de mostrarse triste, Amaury lo recuerda con alegrÃa.
“Acuérdate de abrilâ€, “Diarioâ€, “Te amaréâ€, son sólo unos cuantos temas con los que el cantautor cubano Amaury Pérez aderezó su presentación. El público conmovido y agradecido aplaudió y lo hizo volver al escenario 4 veces.
Si Amaury Pérez fuera torero en lugar de cantante, no queda duda que habrÃa salido en hombros.
JANO
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