La Danza Macabra es una sabrosa y rica tradición europea, que data de la tempranÃsima edad media, cuando se cree se representó y bailó,y donde la Muerte va llamando a bailar a diversos personajes, como el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el Labrador, etcétera, al tiempo que les recuerda lo perecedero y finito de los goces mundanos.
Dicho texto, que  consta de más de seiscientos versos,  se conserva en El Escorial para goce de propios y extraños. De hecho, la tradición dicta que uno de los versos, dice asà :
A la dança mortal venid los nascidos
que en el mundo soes de qualquier estado;
el que non quisiere a fuerça de amidos
facerle e venir muy toste parado.
Pues ya el freire vos ha pedricado
que todos vayais fazer penitencia,
el que non quisiere poner diligencia
por mi non puede ser más esperadoâ€
El rancio folklore nos dice que, de igual manera, influenció fuertemente expresiones artÃsticas posteriores, como la obra de Albertus Pictor, quien  grabó el tema de la Muerte jugando al ajedrez, el  Totentanz de Liszt o la Danse Macabre, Opus 40 de Camille Saint-Saëns, y sus alegorÃas, y finalmente, pero no menos importante, la obra de Hans Holbein “el Jovenâ€, de  1538 .
A su vez,  han servido de pasto de los más eruditos, también  en la cinematografÃa, como Ingmar Bergman se inspiró, (dice la leyenda), en el grabado  de Pictor antes mencionado, para su obra “El Séptimo Sello”. Que  a su vez, es parodiado sabrosamente por Woody Allen en  Love & Dead, traducida por estas latitudes como “La última noche de Boris Kruschenkov”
Sea como fuere, todas estas expresiones nos recuerdan que, como dicen Brendan Perry y Lisa Gerrard, “La Muerte puede Bailar”
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