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Si te encontraras frente a frente con una gabardina y un sombrero que, con tu voz y tu rostro, te exigieran que contaras un cuento… ¿qué harÃas? ¿Recordar, inventar, quedarte callado? No, esto último no es una opción. Lo más inteligente será hilar una historia, como sea… Contar cuentos puede salvar vidas. O quizá no. Tal vez no siempre las salve, pero sin duda las enriquece.
Cuando Jacobo, un padre de familia como cualquier otro, es acechado por el Cuentófago, necesita poner en práctica su oficio de narrador. Sin embargo, sus recursos no son suficientes, asà que necesita toda la ayuda que pueda recibir: la de sus hijos y esposa, para empezar.
Claro que nadie creerÃa esto si le hubiera ocurrido a un niño, porque los niños –se sabe- no necesitan que los persiga nadie para inventar toda clase de historias. Pero resulta que el Cuentófago sólo persigue a los adultos para recordarles que narrar es una de las cosas que nos hace humanos.
Este libro está hecho, pues, de una historia que cuenta una historia sobre alguien que tiene que contar historias, y sobre las historias que le cuentan otros para que él pueda contarlas. De pronto, a medio libro y sin más ni más, podemos introducir la mano en el bolsillo de uno de los personajes y de pronto ya no es fácil saber en qué nivel de la ficción vivimos. ¿Seremos entonces nosotros los personajes de algo que otro cuenta?
 (El Cuentófago, de Antonio Granados, con ilustraciones de Leticia MartÃnez, es una publicación de Ediciones El Naranjo. Si deseas adquirir éste u otros libros, ingresa a www.edicioneselnaranjo.com.mx o llama a los teléfonos 56 52 91 12, 56 52 19 74; la editorial los hace llegar hasta la puerta de tu casa. También puedes encontrarlo en las librerÃas Gandhi, El Sótano, El Péndulo, las librerÃas del FCE, Cristal, librerÃa Julio Torri del CCU y librerÃas Educal.)
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