Hace unos dÃas, el periódico La Jornada publicó una noticia relacionada con el recorte al presupuesto del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC).  Al parecer los alumnos se habÃan organizado para exigir que dicha disminución no se llevara a cabo. Entre los comentarios que circulaban alrededor de la nota, habÃa muchos que alegaban la baja calidad del cine nacional como justificación al recorte y traÃan a colación pelÃculas como Cansada de besar sapos, No se aceptan devoluciones y demás. “¡Que les den dinero cuando aprendan a hacer arte!”, decÃan.
Vamos por partes. Primero, ¡¿qué tiene que ver el CCC con pelÃculas como Cansada de besar sapos?! Nada. Claro, quienes llegaron a escuchar al locutor Olallo Rubio quizá recuerden al Chico Cool Condechi y sus cortometrajes sobre las olas y sus pies. Puro debraye hipster. SÃ, muchas veces los resultados del CCC no son los que quisiéramos, pero finalmente es una escuela y a la escuela se va a aprender y a echar a perder. Además, no hay que olvidar que de esa institución han egresado muchos cineastas reconocidos, entre los que se encuentran dos ganadores de la Palma de Oro.
En fin, dejemos al CCC a un lado. Al dÃa siguiente de leer aquella nota, fui a ver Los insólitos peces gato. Es una pelÃcula mexicana que forma parte de la 55ª muestra internacional de cine.  Yo dirÃa que cuenta un momento en la vida de Claudia, una solitaria chica que trabaja en un supermercado. Sucede que un dÃa le da apendicitis y termina en el hospital. Allà conoce a Martha, una señora maravillosa que tiene cuatro hijos y está enferma de VIH. La pelÃcula gira en torno a la relación que Claudia, Martha y sus hijos van estableciendo, hasta que Claudia se convierte en parte de la familia. La historia es sencilla, ¿no? Pero es de esas pelÃculas que te hacen reÃr y llorar, que te conmueven y te hacen salir de la sala con un nuevo aire. Sà la recomiendo.
Mira el trailer de Los Insólitos Peces Gato
La directora de Los insólitos peces gato es originaria de Veracruz y estudió Artes Visuales en Guadalajara. Se llama Claudia Sainte-Luce.  Su primer largometraje anda ganando premios por todos lados: en el Festival Internacional de Cine de Gijón,  de Mar del Plata, de Toronto… Y entonces yo me pregunto, ¿realmente el cine nacional no vale la pena? ¡Claro que la vale!
Después de ver una pelÃcula que me gusta, suelo buscar reseñas y crÃticas. No sé, es una costumbre que tengo. Encontré una crÃtica en Frente, escrita por Fernando Bustos, la cual me cayó como anillo al dedo, porque precisamente al final tocaba el punto que andaba merodeando mi cabeza desde que leà la nota de La Jornada.
En general, pienso que las pelÃculas mexicanas que llegan a las cadenas comerciales se pueden clasificar en dos grupos:  las comedias bobas sobre la vida romántica de la clases altas y las tragedias brutales de las clases bajas. Para mÃ, las primeras suelen ser inverosÃmiles y me hacen sentir robada cuando salgo de la sala. Son de esas que ves cuando quieres sentirte inteligente y decir: “Bueno, la he regado en varios aspectos de mi vida, pero por lo menos no escribà esta pelÃcula”. Las segundas me parecen mejores en la mayorÃa de los casos (sÃ, porque hay excepciones), pero casi siempre me provocan un nudo en el estómago que me hace sentir miserable.
¡Pero no es lo único que hay! ¡¿Entonces?! En México casi no se consume el cine que está ganando premios alrededor del mundo. ¿Por qué? Fernando Bustos responde que actualmente “ el ciudadano ha sido educado por una televisión monotemática –entre otras cosas– que no permite reconocer y consumir el arte nacional que se está produciendo y premiando”. Suscribo. Por eso esas pelÃculas no llegan ni a Cinépolis ni a Cinemex, o en su defecto, no duran más de una semana en cartelera. Lo que falta es darnos una zarandeada, romper con lo de siempre y exigir que ese insólito cine nacional se distribuya con fuerza a lo largo del paÃs. La cosa es cómo.
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