El miércoles tuve la buena fortuna (y con “buena fortuna†me refiero a: una cita correctamente agendada, planeada y gestionada) de encontrarme con una persona maravillosa. Este hombre que me encontré es Jorge Luján, arquitecto, músico y escritor Argentino que ha residido en México por causa de un problema polÃtico en su tierra natal.
Durante veinte minutos tuve la oportunidad de hablar con él acerca de sus nuevos y antiguos proyectos, de su vida y de sus percepciones artÃsticas. De esos veinte minutos salió un relato que fue un paseo por su vida desde dentro y fuera de su persona; una mezcla del pensamiento y la historia.
El motivo del encuentro fue la premiación de uno de sus libros, Con el sol en los ojos (uno de los muchos que tiene, porque es un escritor prolÃfico en toda la extensión de la palabra: p-r-o-l-Ã-f-i-c-o), asà que empezó contándome sobre aquello que inspiró los poemas. El libro tardó cinco años en ser terminado, cerca de cincuenta poemas fueron reducidos a sólo diez para conformar la versión final, Jorge Luján fue decantando poco a poco su producto y fue quitando la experiencia especÃfica para dejar en el libro lo esencial, lo universal: “La anécdota no importa, la cosa es el llorar, haber llorado, haber sentido el silencio. Pensar que si me quedaba solito ya me iba a calmar y resulta que estaba yo solito y estaba todo quieto, no podÃa creer como en el silencio interior mÃo resonaban las cosas fuertes que habÃa vivido afueraâ€.
La inspiración fue su infancia, la infancia que él recuerda o por lo menos “el niño interior que yo creo haber sidoâ€, los pueblitos de la provincia de Córdoba, Argentina, el contacto con los animalitos, el primer amor, el sol y los juguetes (Luján mismo tuvo una muñeca, él se la pidió a sus padres y cuando se la regalaron fue una alegrÃa tremenda –no lo creÃa). El libro trata del contacto con el universo y cómo un niño se puede apropiar de él.
Las imágenes son una parte muy importante de la construcción del texto, la historia se enriquece con la sucesión de eventos en las imágenes, como el niño vuela con el papalote, que después encontrará que es uno de sus grandes tesoros, como hace la visión del cosmos, va por la niña y, al final, ya no necesitan del papalote, es el amor el que sostiene el vuelo. El ilustrador del libro es de Teherán, para Jorge Luján el proceso de ilustrar los libros le ha permitido conocer gente de todo el mundo, Alemania, Italia, España, Sudáfrica, Francia, Austria, México, Argentina… El proceso de construcción (nótese el verbo que estoy utilizando, su importancia se verá más adelante) de los libros se vuelve muy complejo, él busca en cada palabra su poder, el sonido de cada sÃlaba es una parte importante de su composición.
A mi me sorprendió saber que él habÃa comenzado estudiando arquitectura y no pude evitar preguntar el porqué. “Asà como mis padres fueron muy abiertos en muchas cosas, en cuanto a la hora de estudiar, ellos temieron que yo me muriera de hambre, yo querÃa ser director de cine, en esa época no habÃa lo digital y era carÃsimo hacer cine. Y yo querÃa escribir, decÃan: ¿pero qué va a estudiar literatura? Que sea doctor, abogado, ingeniero. Entonces yo encontré una intermedia que era la arquitectura, sin embargo, hoy en dÃa no tengo más que agradecimientoâ€. Estudiar arquitectura le abrió la visión. Tuvo la oportunidad de trabajar en cerca de treinta proyectos antes de verse obligado a venir a México (el dÃa de la dictadura él estaba fuera), antes de eso trabajó con un grupo de músicos en el movimiento “Canto popular de Córdobaâ€, apoyados por Fontanarrosa (el famoso monero) quien diseñó el logo del movimiento.
“Al llegar a México me reinventé porque dije: yo no voy a repetir mi vida, yo ya fui arquitectoâ€. Aquà en México estudió la carrera de Literatura; empezó con la música, pero como en las canciones le parecÃa tan importante que la palabra fuera precisa, que la palabra fuera profunda… Asà empezó con la poesÃa y un buen dÃa ganó su primer premio desde Argentina.
Él construye sus libros como una estructura arquitectónica (según sus propias palabras), y piensa como Borges, que la costura no se debe notar; “no se tiene que notar la costura en la creación, salvo que tú digas, bueno, de eso se trata, entonces está bien. Es como una flor, uno no ve que la sostiene, uno siente el aroma y no dice, bueno, este se produce por la unión de los elementos quÃmicos… No, vemos la flor y estamos embelesadosâ€.
La música y la arquitectura están muy presentes en su obra. Muy curioso me pareció a mÃ, al acercarme por primera vez a la página de Jorge Luján, el poema “Pequeña historia incompletaâ€. El poema es una minibiografÃa donde la vida transcurre entre las cuerdas de la guitarra. “Cuando viajaba por el mundo no podÃa llevar un piano, llevaba una guitarra, que es mi segundo instrumento. Todas las vidas están resumidas en pocas cosas, en las cuerdas de la guitarra, ahà está, ahà cabe una vida. Las cuerdas vibran y cuando vibran desaparecen y cuando desaparecen se queda un rango de vibración, en eso sentÃa que cabÃa mi historia, en esa cuerda que latÃa […]. Todos los pasos que damos los seres humanos son verdaderamente muy pequeños, porque no somos más que una molécula de algo más grandeâ€.
En cuanto a la música, también está en un momento de florecimiento. Ha trabajado de un tiempo a la fecha con la soprano Lourdes AmbrÃz y el primero de noviembre se presentarán en la plancha del Zócalo capitalino con “Caminando sobre el fuegoâ€, espectáculo de poemas y canciones; las canciones van enlazadas por mini poemas, son cortos para no romper con la música, pero muy contundentes. Algunos de los poemas no se han editado en México todavÃa, Palabras manzana y Un ángel todavÃa. Nada más para darnos una idea de la calidad de su trabajo musical, en el primer disco para adultos de los dos, Baúl de luna, Eugenio Toussaint hizo los arreglos.
Jorge Luján es un gran personaje a quien no hay que quitarle los ojos de encima. Yo, por lo mientras, puedo asegurar que me entretengo con los diez poemas del libro premiado (muy justamente, por cierto) y espero con ansias la presentación del dÃa de muertos en el Zócalo. Me despido pensando/reflexionando en una frase muy buena de Jorge Luján que podrÃa explicar su éxito: “Para nosotros, trabajar para niños es elevarnos a la altura de los niñosâ€.