Foto por law_keven
El azul no terminó de diluirse y tus ojos abandonaron el secreto, niño-leopardo de dimensión altisonante, sombra escrutando el deseo, toco tu espalda infinita, si es que Dios me mira, perdonará el pecado de mi piel, pues me ha regalado este instante de tu sueño, temo tocarte, no quiero que te desvanezcas entre mis manos.
Fue hermoso hacer el amor esa tarde, era sábado y llovÃan estrellas, minúsculas partÃculas de luz revoloteaban alrededor mÃo, desnuda ante tus ojos, me eché a llorar los años que he vivido sin ti.
Cuento los dedos de mi mano iridiscente, que te dibuja en reflejos de trueno, quiero besar la realidad y abrazarla eternamente, pero el temor paraliza momentáneamente la fe.
Hombre sueño, hombre colibrÃ, ribeteando los matices del silencio, develando mi aliento desvirgado, desvenando los tejidos de mi piel.
Voy a escribir mil veces que te quiero, hasta que pierda el sentido, y solo queden mis ojos para mirarte infinitamente.
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