El año pasado encontré un artÃculo en la web que planteaba la pregunta: ¿Qué libros tienes miedo de leer?
Desgraciadamente, perdà el link. En este artÃculo, el autor narraba cómo se acercaba con cautela a las listas de los más vendidos del New York Times, ya que consideraba que no estaban a la altura de las expectativas y que, usualmente, la popularidad no garantizaba calidad. Su mayor miedo era que uno de esos libros le gustara y todos sus juicios al respecto se vinieran abajo.
Su artÃculo me pareció sumamente interesante, ya que personalmente sufrÃa del mismo problema. Mi gran miedo era leer “clásicos” de la literatura; todos esos monstruos que en la actualidad, los escritores citan como influencia de sus trabajos: Dickens, Hemingway, Fitzgerald, Austen, Salinger, las hermanas Brontë, y muchos otros más. Me negaba a leerlos porque me parecÃan muy complicados, en gran parte por la fama que tenÃan y porque hoy en dÃa los veÃa “aburridos“. Los asociaba con las interminables horas de la clase de literatura y lo frustrantes que eran los “controles de lectura” al preguntarnos cosas como: ¿Qué vestido usó la protagonista en el capÃtulo cuatro…?
Tampoco es que leyera alguno de ellos en la escuela, aspecto que siempre me confundió y hasta la fecha no entiendo. ¿Cómo es que un programa de secundaria o de preparatoria no tiene a Dickens en su plan de estudios?
El punto es: estaba negado a leer estos libros hasta que un dÃa me topé con Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. El primer libro “viejo” que leÃa por gusto. SÃ, las primeras páginas fueron difÃciles, la forma de hablar de la época me pareció un poco extraña, pero de pronto no podÃa dejar el libro. Cuando lo terminé, me costó trabajo admitir que lo habÃa disfrutado.
¿Cuántas veces nos ha pasado? Ese libro que nos da curiosidad leer, el que todos nos recomiendan, el más vendido, el que todos dicen es “para adolescentes hormonales“… Y terminamos decidiendo leer o no leer con base en lo que nos dicen los demás. Se los digo por experiencia, nuestros propios juicios adelantados nos impiden tener una nueva experiencia. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que el libro verdaderamente sea tan malo como piensas, pero lo hayas comprobado por ti mismo o, en el mejor de los casos, que se vuelva tu favorito.
El año pasado tuve otra experiencia similar con 50 Sombras de Grey de E.L. James. SÃ, ese libro que todos critican y tachan de ser “lo peor que ha existido en el último milenio“. ¿Por qué la gente no puede disfrutar cada libro por lo que es? Mi curiosidad por leerlo surgió de la negatividad que todos tenÃan en contra de su autor y las crÃticas imparables hacia las personas que lo leÃan. Probablemente mientras lean esto también me estén criticando… Sin embargo, les puedo decir que tras haberlo leÃdo, no es tan malo como todos apuntaban; de hecho, me hizo reÃr mucho (no estoy seguro que “hacerte reÃr” sea el propósito de la historia, pero ya ven que dicen que cada libro se interpreta de distinta manera dependiendo del lector…). El secreto fue no juzgarlo en comparación con las obras completas del Marqués de Sade o con base en lo que dijo mi crÃtico favorito “graduado de Harvard y con una maestrÃa en Londres…“
La clave para disfrutar un libro es empezar en blanco, sin esperar nada.
Estamos a una semana de haber iniciado el año y uno de mis propósitos fue leer obras fuera de mi “zona de confort“. Los invito a que hagan lo mismo. Vayan a su librerÃa más cercana y compren aquel libro que tienen pena de admitir que quieren leer o un libro al azar de un género diferente al que están acostumbrados.
Vayan a comprar un libro y sorpréndanse a sà mismos.
O ya de plano, vayan a la librerÃa y compren un libro.