La muerte a lo largo de la historia de la humanidad se ha visto de diversas maneras: con miedo, con respeto, con fascinación… El canto de la muerte actual, nos la trae Enrique González Parra con su poemario Mi padre y otros muertos. Si bien nuestro autor es historiador de profesión, eso no le ha impedido escribir poesÃa, hasta podrÃamos aegurar que se ve alimentada de esta ciencia. Enrique González nace en Michoácan en 1951, su producción poética se basa en un par de obras: Ajena geografÃa (1987) y Como quien deja un cuerpo (2009), ahora nos trae este pequeño libro de poesÃa que reflexiona acerca de la muerte.
Mi padre y otros muertos, se encuentra dividido en tres partes: “La espera”, “Todo” y “Pasos”. “La espera”, de aspecto boigráfico, se centra en la relación de la voz lÃrica con su padre. Poco a poco nos muestra pequeños escenarios de esta muerte cercana. Un padre, que bien podrÃamos relacionar con la imagen de la portada, se nos aparece sin rostro, sólo lo conocemos a través de versos cortos, rápidos, fluidos, sencillos, sin muchos adornos; y a través de descripciones de hechos y acciones, que nos muestran su personalidad.
La voz lÃrica nos deja ver cuáles fueron las relaciones con ese padre sin rostro, sus últimos sentimientos, pensamientos y momentos con él, y lo generaliza, nos hace pensar que quizá son los últimos momentos que la gran mayorÃa tiene con su padre: “Padre es el que abandona,/ el que no cumple.”
La degradación del ser humano hasta llegar a la materialidad se maneja en la parte de “Todo”. Muchos de los poemas que aparecen aquÃ, se encuentran plagados de cómo la muerte se extiende en el ser humano, en su mentalidad y se lo lleva sin dejar nada más que un cuerpo inánimado. También aparecen las perspectivas, tanto las del autor como las de los demás, que se tiene acerca de la muerte hasta convertirse en una muerte individualizada. Todo queda en misterio, es fascinante pero a la vez es horrible.
En la última parte, “Pasos”, la muerte se relaciona con otros motivos, la muerte-tiempo, la muerte-vida, la muerte-recuerdos, la muerte-olvido… El lector, al final, llega a diversas conclusiones, quizá la principal es que la muerte se encuentra en todas partes, porque es asà como nos lo muestra Enrique González, una realidad que no podemos negar, evadir y que tarde o temprano tendremos que enfrentar. El último poema es muy concluyente con respecto a las ideas manejadas en el poemario: “Porque aunque huya o admita/ sus lejano horrores,/ me encamino con todos/ a esa forma fin/ que es perderse en la serie/ indistinta de los nombres.”
Es asà como Mi padre y otros muertos se convirtierte en toda una poética de la muerte, porque al final de cuentas es asà como aparece nuestra poesÃa actual, una poesÃa para todos, más humana, más terrenal, más entendible, más libre; con menos musas y más referencias a la realidad. Porque nada es más humano que el arte y la muerte. La muerte no como una personificación o una materialidad, si no como un hecho imprescindible.
El poemario La muerte y otros muertos de Enrique González Parra, se encuentra editado por Textofilia.
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