El instinto le dijo al vampiro que afuera la oscuridad ya reinaba, el sol se retiraba por unas horas. Con su mano huesuda apretó el botón de bordes gastados por el uso que estaba del lado derecho. No fue sino hasta que el pesado batiente de piedra se hubo retirado del todo que Vladimir se sentó en el acojinado interior de su ataúd. Le tomó cinco minutos desperezarse y salir de la caja; primero la pierna derecha y luego la izquierda, un saltito hacia las baldosas del suelo y un último estiramiento antes de ir al refrigerador por el desayuno.
A esa hora de la noche nada de lo que tuviera el diario era noticia, por lo tanto se iba directo a las tiras cómicas. Es difÃcil hacer reir a un inmortal; generalmente ya leyeron o escucharon todos los chistes —o las miles de formas del mismo chiste— y es difÃcil sorprenderlos ya. Pero esa noche casi se ahoga mientras sorbÃa ruidosamente de la bolsa con sangre recién calentada a baño MarÃa. Era una broma sobre Hombres-Lobo, televisiones en Alta Definición y un documental sobre la llegada del hombre a la luna.
Ya daban las siete de la noche cuando terminó de desayunar. Su turno empezaba a las ocho pero el transporte público de la ciudad era ineficiente en exceso y debÃa prever siempre los peores escenarios. Cualquiera dirÃa que llegar a trabajar no deberÃa ser problema para un no-muerto como él, pero la verdad es que con lo contaminados que están los cielos en el valle,volar no es la mejor opción. Lo intentó desde que su existencia no era pública y la nata de gases que cubrÃan la ciudad le provocó un desmayo a mil metros de altura; cayó como un bólido sobre Xochimilco. Afortunadamente era de noche y la zona de canales es tan grande que nadie lo notó. Desde ese suceso prefirió caminar, aunque la atmósfera a nivel de suelo tampoco era mejor.
Salió de su casa y puso las cuatro llaves. Uno de sus atributos era la celeridad asà que el proceso le llevaba apenas un segundo. No podÃa abusar de él pues le costaba partes de la sangre que apenas habÃa consumido. Al darse vuelta hacia la calle se topó con dos parejas de transeúntes con cámaras en las manos y una mirada mas de curiosidad que de miedo. Uno de los chicos, de complexión grande (sangre colesterosa, pensó Vladimir), se acercó y le preguntó si se tomarÃa fotos con ellos.
—No sé por qué se esfuerzan —respondió por lo bajo el vampiro con su decrépita voz —, ya saben que no salgo en las fotos.
Aún asà esbozó una leve sonrisa y dejó que el joven pasara el brazo izquierdo sobre su hombro. Flash, dar la mano y el tonto ritual de “ver la foto†un total de cuatro veces hasta que los humanos estuvieron conformes. En todas las imágenes el único que aparecÃa era el humano con el brazo levantado en el aire como un imbécil.
Hasta hacÃa apenas unos años llegar de su casa al trabajo era un suplicio (lo que habrÃa dado por poder morir) pues cada noche su puerta estaba rodeada de turistas, reporteros y vecinos atraidos por la novedad de que tenÃan a un vampiro verdadero cerca, un auténtico chupasangres. Afortunadamente su fama iba en franca caÃda libre y podÃa llevar una no-vida más o menos tranquila. Los humanos se acostumbran fácil a lo grotesco y si en algún momento la idea de compartir la ciudad con un monstruo como él era desagradable, por decir lo menos, ya les iba dando lo mismo.
Todo empezó una noche de cacerÃa cuando pasaba por aquel barrio fino de la ciudad. Su olfato detectó el aroma de la vÃctima idónea a cientos de metros de distancia y, como un mÃsil, sin desviarse casi, tomó esa dirección. No la habÃa visto y la adivinaba como una joven y voluptuosa pelirroja ya dormida. Olió el color de sus ojos, verde marihuana; olió el rÃtmico latido de su corazón; olió su sangre dulce. Llegó al pie de una ventana de guillotina que le costó algo de trabajo abrir; debÃa de estar asegurada de algún modo inusual. Con la agilidad del inmortal consumado escurrió su cuerpo dentro de la habitación aquietada, abrió totalmente las mandÃbulas y dejó que los colmillos huecos alcanzaran su máxima extensión.
Pero no pudo asestar la mordida.
La puerta de la habitación se abrió de forma intempestiva y un nutrido grupo de personas entró señalando a Vladimir, el vampiro, que de tan desconcertado que estaba no pudo escapar y aún con su fuerza antediluviana fue rápidamente reducido por… ¿modelos?
HabÃa irrumpido en la casa del Gran Hermano. Ahora entendÃa por qué le costó trabajo abrir la ventana: debÃa tener un cierre magnético o algo parecido.
Lo extraño fue que en la cultura consumista moderna el vampiro ya no causaba miedo (Vladimir no tenÃa televisión y no acostumbraba tener animadas charlas con sus vÃctimas) y nadie intentó matarlo con la estaca de madera, el crucifijo y los ajos. Antes al contrario el productor de esa farsa en la que fue a caer le ofreció participar en programas de variedades, de cocina, lucha libre e infomerciales. El sorprendido nosferatu, incapaz de articular palabra se vio firmando contratos y más contratos. DÃas después le pagaban hasta para fiestas infantiles y telenovelas.
Sobra decir que su consumo de sangre se vió seriamente regulado, pero como tener un vampiro en la nómina de las televisoras redituaba, de alguna oscura manera Vladimir siempre tuvo medio litro de sangre fresca en su refrigerador.
Como sucede con todos los talentos, más tardó en llegar a la cima que pasar al olvido. Y no le importó hasta que ya no pudo recibir su dotación de sangre diaria. Era evidente que tenÃa que conseguir un trabajo para obtener con qué aceitarle las manos al tipo del banco de sangre. No supo cómo ni por qué, pero consiguió trabajo en el antes inexistente turno de noche en el area de quejas de la tesorerÃa de Coapa. Aunque su currÃculum estaba lleno de excelentes habilidades como: succionar sangre, volar y fuerza descomunal, fue su capacidad de permanecer despierto toda la noche lo que convenció a sus empleadores. Ahora podÃan extender las horas de atención las veinticuatro horas del dÃa y estaban pensando en permitirle transformar a unos cuantos trabajadores para poder mantener las oficinas abiertas todo el tiempo y aumentar la eficiencia recaudatoria.
Vladimir, sentado detrás de su escritorio, jugaba Solitario en la computadora, con movimientos lánguidos y pausados de mano y ojo, mientras un quejoso golpeaba frustrado el cristal del mostrador.
 Fuente de imagen: http://www.sociedadvampirica.es/imagenes/draculas/
Una genuino horror en clave de sátira contemporánea. Biólogo Zombie maneja un fino humor negro mezclado con los contaminados aires urbanos del DF… Contaminación televisiva incluÃda. Esperemos más de estos relatos =D
ME HUBIRA LATIDO ACOMPAÑAR A VLADIMIR
Fascinante!
Un verdadero vampiro moderno ñ.ñ
Abachos y ronroneos.
Mucho se agradecen los comentarios. Espero que no sea la última vez que nos veamos por aquÃ.
Más que la historia de un vampiro moderno, en “Vladimir” quise contar la historia de un vampiro al que se lo tragó la modernidad. La idea vino de una charla que sostuve con un amigo que se dijo cansado de ver a los monstruos retratados como eso, monstruos, que él si fuera Hombre-Lobo se sentirÃa ofendido si en alguna obra lo tacharan de descerebrado y violento. Los vampiros no son necesariamente unos salvajes, por lo menos no la mayorÃa de los que vemos en el cine y la lieratura, pero por sus costumbres son y siempre serán a nuestro modo de ver, monstruos. Por lo tanto, aterrizar a este vampiro, civilizarlo, significó convertirlo en un burócrata. Pudo haber sido cualquier otra cosa, pero creo que esa decisión funcionó bien para los fines del relato.